Desperté bajo las
sombras de una agradable y quieta madrugada a orillas de mi querido y siempre
recordado Golfo de Cariaco, oyendo los inextinguibles sonidos que producen las
voces del apacible silencio, percibí como las ondas que alteraban mis sentidos iban
enmudeciendo ante la proximidad de la resplandeciente aurora dejando que solo
la briza arrastrara el eco del repetido concierto de voces que el viento traía
desde sotavento hasta la orilla. Inenarrable
encuentro con el momento que advertía y sentí
a través del prosódico eco de la bien entrada madrugada el murmullo de las
voces que con suavidad producía la atmósfera mientras a lo lejos se veía venir
a la encantadora aurora luciendo como todo amanecer su figura entre luces de múltiples
colores que el sol le obsequiaba ante su pronta aparición. ......
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