Las historias y los
cuentos me apasionan desde muy temprana edad, recuerdo cuando en horas del
mediodía salía de la casa de mi mama para reunirme con el señor Morocho Ramos
quien siempre tenía algo nuevo que contarme, algo bondadoso que decirme en
cuanto al misterio que su maltrecha humanidad representaba, pero estaba fuerte,
su contextura física era la de un hombre normal pero con muchos años en cima,
sobre su espalda un poco jorobada cargaba la experiencia de sus años y
conservaba el sentido práctico que prolonga el deseo de vivir.
Con los cuentos del
abuelos deseo recordar todas aquellas viejas historias que desde niño fui
aprendiendo, fui escuchando en los velorios donde mi mama iba a cumplir con
algún deudo conocido o pariente, costumbre que con el devenir del tiempo se ha ido
borrando tras los pasos despacio de quien sigue andando por las calles de
empedradas sendas con los cuales se forman los pueblos......
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